miércoles, 6 de diciembre de 2017

El descanso eterno de Cristián Burgos

Por Alexis Ramírez:
7 de diciembre de 2017

-Mi hermano se suicidó-. Por 10 segundos ni yo mi amigo Vladimir Burgos, dijimos ninguna palabra tras haberme enterado de que su hermano mayor, Cristián, se había quitado la vida días antes de Halloween. Era 31 de octubre y hace una semana que no hablaba con el Vladimir. Supuse que era una buena idea que nos juntáramos con tres amigos más para hacer algo por dicha festividad. Como me sabía su número de teléfono de memoria preferí llamarlo a las 3 y media de la tarde para hablar sobre todos los detalles de lo que probablemente, que sería beber alcohol y jugar con el ya clásico Play Station 2 que tenía en su casa. A través de llamadas a su teléfono de red fija y muy pocas veces a  su número de celular me contactaba con él  porque yo no usaba redes sociales, ni Facebook, Twitter, ni siquiera Whatsapp.

Pero el tono de su voz era mucho más apagado que de costumbre. Yo le pregunté de inmediato que le pasaba, porque era evidente por como hablaba que él estaba afectado por alguna situación. Sin tapujos, él me contó que el 26 de octubre de 2015, su hermano mayor se había quitado la vida. Al enterarme de tan lamentable acontecimiento, casi se me cae el teléfono inalámbrico de las manos. Estaba impactado, sobre todo por la forma en la que lo supe.

No sabía de qué manera abordar la conversación. –Discúlpame Vladi, mis condolencias, no lo puedo creer-, fue lo primero que salió de mi boca temblorosa y llena de nerviosismo por la trágica noticia de la que me enteré. La verdad es que buscaba una manera rápida de terminar la conversación, para no ahondar más en su reciente herida y también para evitar algún comentario desatinado que pudiera venir de mi parte.

Cristián Burgos era flaco, de una tez muy blanca, medía 1 metro y 73 centímetros al igual que su hermano Vladimir. Usaba el pelo muy largo siempre cual metalero, -le pasaba los hombros- y su rostro siempre estaba bien afeitado y limpio.

En lo social, era bastante apartado, pero con los suyos era muy cariñoso. Además, él fue muy reservado, al igual que sus hermanos, en lo que respecta a sus sentimientos y dificultades. A él no le gustaba contar sus problemas ya que, si tenía uno, por ejemplo, una nota roja en el colegio, se quedaba callado. Lo hacía todo solo, lo que al final terminó aislándolo.

A Vladimir siempre le costó ser cariñoso –de piel- con Cristián, pero aun así él sabe que lo quería mucho ya que amaba a sus cercanos. Él se sentía mucho por los problemas del día a día. Sus padres, Ricardo Burgos y Cristina del Carmen Fuentes, creían que podría haberse generado en él una especie de espectro autista. -El veía el mundo de otra manera, hasta que la sociedad lo alcanzó, ya que si no te adaptas, te alejan o te vas a sentir alejado-, me contó su hermano menor.  

Lamentablemente Cristián contó con muy pocos buenos amigos en su vida. Casi siempre estaba solo. Vladimir se dio cuenta de que cada día que pasaba él se alejaba más de su familia, de hecho, el cree que se inmiscuyó en una inmensa oscuridad. Era casi la única persona con la que hablaba, además de su madrina, que los quiere mucho y lo quería mucho a él.

Lo que más le gustaba era su perro – en la familia tenían un setter irlandés de color rojo cobrizo-. Era un perro grande y precioso, cariñoso con él y sus parientes. Cristián amaba al Woody –el nombre del can-, hasta que en septiembre del año 2015, el animal se enfermó muy mal ya que según había dicho el veterinario, estaba muy viejo y que solo iba a sufrir por lo que le quedaba de vida. Entonces su familia decidió otorgarle la eutanasia. Cristián quedó muy deprimido por el fallecimiento de este gran amigo.

Por esos mismos días, miembros del DUOC UC acompañados de carabineros fueron a su casa a presentar una carta judicial en la que señalaban que Cristián debía pagar el Crédito con Aval del Estado, o comenzar a pagarlo, porque si no en diciembre iban a embargar la casa. Los sacarían a todos afuera, reducirían todas las especies que estuvieran dentro y rematar la vivienda para recuperar el dinero de la deuda. Cómo a Cristián no le gustaba hablar sobre sus problemas, nunca se había sabido antes de esto. Obviamente lo hubieran ayudado.

El sábado 24 de octubre le llegó esa carta en la que se informaba de la deuda. Ricardo y Cristina habían salido de la casa y Vladimir practicaba con el conjunto musical del Liceo A-52 José Toribio Medina, del cual formaba parte hace más de un año. El domingo 25 estuvo muy raro todo el día. El lunes 26, Vladimir fue a la universidad, pero él tenía una sensación de que esa día debió quedarse en su casa, porque se venía el cumpleaños de Cristián, que caía el 30 de octubre. “Creo que no debí haber salido, porque como había visto a mi hermano raro, deprimido”, eso porque creía que le había llegado el viejazo, ya  que pasó mucho tiempo sin salir a trabajar tras haber dejado los estudios.

-Me debí haber quedado en la casa a jugar Play, almorzar con el –recuerda mi amigo Vladimir, todavía con un amplia sensación de culpabilidad por no haber acompañado ese día a Cristián. El decidió quedarse todo el día en el Inacap de Renca, lugar donde estudia desde ese mismo año. Se quedó solo para escuchar una nota que le debían de un ramo de su carrera. -Pensaba que, de todas maneras, mi hermano estaría ahí, esperándome-.

Tras saber de su nota, Vladimir va de regreso a su casa en la micro. «Venía en la altura de Grecia con Juan Moya, cuando me suena el celular y yo contesto. Mi papá responde, desesperado, nunca lo había escuchado hablar así. El me gritaba “¡Tu hermano, tu hermano! Vente para la casa ahora”». Mi amigo se puso muy nervioso y tenía que llegar pronto a su vivienda. Para mala suerte de él, el bus andaba muy lento, lo cual aumentó su desesperación e hizo que el bajara cerca del Metro Grecia y desde entonces empezó a correr hasta su casa, que quedaba ubicada en Avenida Los Orientales, en la comuna de Peñalolén.

“Cuando llegó, veo que hay hartos autos afuera, pero no me importaron. Corrí a mi casa, dejé mi mochila tirada en el camino. Fui a su pieza y veo a mi papá haciéndole reanimación a mi hermano que está en el piso, sin reacción alguna”. Su madre tocó una de las manos de Cristián, mientras lloraba. También se encontraban compañeras de trabajo de Ricardo ayudándolo. “Yo estaba destrozado. Pensé en que debía llegar la ambulancia, así que fui a abrir el portón, pero no encontraba la llave, así que pesqué el portón, lo levanté y lo saqué”.

Mucho rato después llegó la ambulancia y los paramédicos. Entraron a ver el cuerpo de Cristián, sin señales de vida y se dan cuenta de que no hay forma de salvarlo. Había muerto hace mucho tiempo. Lamentablemente, era muy tarde.

Vladimir se quebró desde ese momento, ya no podía hacer nada lamentablemente. “Siempre me voy a sentir muy mal. Ese día no hicimos nada en la universidad, nada productivo y pude haberme quedado en la casa. Pillarlo mientras se preparaba para suicidarse para tratar de detenerlo y hacer que entrara en sentido de que esa no era ni la respuesta ni la solución. Nosotros lo podíamos ayudar”. La pena más grande de mi amigo era que no pudo despedirse de su hermano.

-Este peso de su muerte cae mucho en contra de mí porque a él lo obligaron a estudiar y yo nunca lo defendí –lamentándose todavía más Vladimir. Él se culpó mucho del suicidio de Cristián ya que, según sus propias palabras, vio todo lo que pasaba con Cristián y no hizo nada para ayudarlo. Es un dolor muy grande.

Para su familia, Cristián fue un muy buen hermano y una muy buena persona. Siempre se mantuvo en la línea del juego justo, según las palabras de su hermano menor. Incluso, cuando jugaba fútbol, se ganó un premio por el fair play, ya que siempre optó por lo que era correcto. 

Cristian tenía un pensamiento distinto a la mayoría sobre lo que significaba la muerte. Cuando falleció Hilda, su abuela paterna, no fue al cementerio a su funeral ya que según su visión sobre la vida, la muerte significaba un descanso. El creía que en la vida se sufre mucho, así lo vivió lamentablemente. Lo que pensaba Cristián acerca de la muerte era que, más que una salvación, significaba un descanso que a todos nos tenía que llegar en algún momento. Por eso, cree Vladimir, que su hermano eligió la opción de suicidarse, para así acabar con toda su pena y dolor. Cristián fue una muy buena persona, siempre veló por lo justo, quizás era un alma muy pura para este mundo tan sucio.

La voluntad y la entrega por un escaño para el partido de Mariel González

Por Alexis Ramírez:
20 de octubre de 2017

Candidaturas Frente Amplio

La voluntad y la entrega por un escaño para el partido de Mariel González


La militante del Partido Humanista desde mayo ha estado presente en la candidatura de Tomás Hirsch, ex candidato presidencial, para que este logre ser diputado por el mismo sector donde fue electa Laura Rodríguez. 

“Esta es una campaña pobre, no tenemos plata, pero saldremos airosos”. Con esta frase, Mariel González, militante del Partido Humanista desde el 2005, intenta apelar a las ganas y ansias de los militantes de su partido a no decaer en el ánimo y dar hasta las últimas energías para lograr que Tomás Hirsch, candidato a diputado por el distrito 11, llegue al parlamento.
A pesar del tremendo entusiasmo de Mariel y de sus compañeros de “volanteo”, no deja de ser un tema a tratar al interior de su grupo el hecho de que en la franja televisiva para las elecciones parlamentarias, el PH, como partido del Frente Amplio, tiene apenas 44 segundos en total para distribuir la aparición de los más de 40 candidatos que competirán en las elecciones del próximo 19 de noviembre.

Aparte de las primarias presidenciales que realizó el mismo Frente Amplio y Chile Vamos, se efectuaron primarias a diputados dentro de la coalición que reúne a fuerzas de izquierda y centro izquierda, como al PH, a Revolución Democrática y el Movimiento Autonomista. En esa instancia de votación dentro del pacto de los humanistas, el ex candidato presidencial de la extinta coalición “Juntos Podemos” se impuso con un 84,77% de los sufragios frente a Jovinessa Mujica.
“Lamentablemente, somos bien invisibles, porque no hay publicidad en las calles, ni en las radios ni en televisión. No nos vemos mucho, por lo que debemos conversar harto con la gente para que conozca las propuestas de Tomás y el Frente Amplio”. A las 11 de la mañana, Mariel y su grupo estuvieron presentes en la Feria del Valle, que está a 3 cuadras de la Rotonda Grecia.  Caminaron, conversaron con las personas que se encontraban comprando y repartieron todos sus volantes.
“Volanteamos casa a casa con un equipo de voluntarios y brigadistas que hacen esa labor, en el área de Peñalolén y La Reina. Tomás no nos ha podido acompañar siempre, porque la mayoría del tiempo está presente en charlas, foros y entrevistas, pero cuando lo hace estamos en las ferias y en las salidas de las estaciones del metro donde conversamos sobre los principales proyectos que busca instalar el humanismo y la importancia de que existe un diputado del PH representando a esas comunas”.
González es militante desde el 2005, cuando los humanistas pactaron con el Partido Comunista para formar la coalición “Juntos Podemos”. Ella se sumó porque la invitaron a conocer los ideales del humanismo, lo que le interesó mucho.

“Yo he estado todos los días, desde el 16 de septiembre (día en que se abrió el local que por este período especifico reunirá al comando de Tomás Hirsch) porque tengo un compromiso con esta campaña. Me adecué para poder venir a este sector, ya que por este tiempo no estaré trabajando. En la calle, a la salida del metro y sobre todo, a las ferias libres cercanas a la Rotonda. Todo es para intentar que la gente pueda conocer las propuestas de campaña del Tomi y logremos tener un segundo diputado en la zona”. Para el Partido Humanista no es nuevo este distrito. A principios de los años 90’, Laura Rodríguez fue la única diputada que la colectividad llevó al parlamento y justamente representó a ese sector de la Región Metropolitana. Lamentablemente, no alcanzó a terminar su periodo parlamentario, porque falleció en 1992 a causa de un tumor cerebral. 



Desde las 9 de la mañana recorrí varias de las principales calles de Santiago en la mañana al salir de la universidad, principalmente en lo que respecta a las comunas de Providencia y Santiago. En ninguna de ellas aparece alguna “paloma” o un lugar donde hayan entregado volantes de candidatos que estén fuera de las dos principales coaliciones políticas, Chile Vamos y la Nueva Mayoría.
A las 13.30 hrs llego a la Rotonda Grecia, en la comuna de Peñalolén y sumado a Mariel, hay 2 jóvenes con banderas de Tomás Hirsch y volantes en sus manos. Uno de ellos es Danilo Monteverde. El acompaña a González desde mayo también y se encarga, además de promover en las calles la campaña del ex candidato presidencial, de las redes sociales, uno de los campos donde el Frente Amplio da una dura batalla para dar a conocer a sus distintos aspirantes a algún escaño en el Congreso.

Mariel, Danilo y los demás miembros del grupo de voluntarios fueron en la tarde-noche, alrededor de las 18.00 hrs, a las afueras del Metro  Grecia, a seguir con la entrega de volantes de la campaña de Hirsch.

Para las elecciones del 19 de noviembre, el distrito 11 (que reúne a las comunas de Las Condes; Vitacura; Lo Barnechea; La Reina y Peñalolén) tendrá a Tomás Hirsch por el Frente Amplio, Fernando Atria (PS), Gonzalo Fuenzalida (RN), entre varios más. Será seguramente una dura competencia para atrapar algún escaño en la Cámara Baja. Danilo Monteverde y Mariel González señalaron que hasta el 16 de noviembre a las 23.59 hrs, horario límite para terminar con las campañas políticas, harán campaña por Tomi

El temor de Gabriela Arancibia

Por Alexis Ramírez:
5 de octubre de 2017

Gabriela Arancibia llegó con su familia al hogar en donde vive desde 1952, cuando tenía 5 años. En 1955, en el mismo sector, la Población Rosita Renard fue inaugurada en lo que todavía era campo dentro de la comuna de Ñuñoa. Su vivienda está dentro de un pasaje muy angosto, siendo la tercera casa a la derecha. Allí ha desarrollado toda su vida. Conoció a su marido, Juan Sepúlveda, dentro de la Rosita, se casó y tiene nueve hijos y un nieto. En el 2008 quedó viuda. Dentro de todo ha desarrollado una vida normal como dueña de casa. No obstante, hay una situación que le quita el sueño.

Gabriela luego de invitarme a su casa al principio de nuestra reunión era más bien reacia a recordar alguna historia memorable del sector. Ella se preocupa del propósito de mis preguntas porque, al ser esta una población de las más conflictivas de Ñuñoa, en donde la drogadicción, el alcoholismo y las balaceras están presentes hace más de 20 años, teme que al contar alguna información sensible, pueda sufrir algún amedrentamiento. Después le aclaro mi rol como estudiante de periodismo y que no se sienta asustada.

Ella señaló que durante los años de la dictadura, a diferencia de muchas otras poblaciones de Santiago y de Chile, no sufrieron la represión ejercida por los militares y la policía secreta del país. Lo que ella más recuerda fue que cuando ganó el “No” en el plebiscito de 1988, la población entera se alborotó. Abrazos entre los vecinos, banderas en las casas, batucadas y cotillón sacudían de la tranquilidad por aquel entonces a la Rosita.

Ya más tranquila, me relató que uno de sus nueve hijos, Juanito, hace más de 3 años realiza trabajos voluntarios, principalmente limpiar autos, afuera del Servicio de Atención Primaria de Urgencia (SAPU) del Cesfam Rosita Renard, en la que pide siempre una moneda y ayudas de otro tipo, por ejemplo, alimentación. Él y su mamá han comenzado los trámites necesarios para que, a los 51 años solamente, se pueda jubilar. Todavía espera la indemnización que la Municipalidad de Ñuñoa le debe por su trabajo de junior ahí. El presenta un retardo mental leve desde que tiene dos años, la que con el pasar del tiempo se ha agravado.

La infancia de Juanito

Nunca estuvo más de un semestre en algún colegio. Cuando estaba matriculado en la Escuela República de Francia, él se arrancaba. También se escapaba de su casa cuando era pequeño. Su padre lo iba a buscar hasta las 10 de la noche en los alrededores de la población. La mayoría de las veces llegaba un carabinero y lo dejaba en su hogar. Para el 11 de septiembre de 1973, el día del golpe de estado, justo se perdió y fue encontrado a las 5 de la tarde en un hogar de menores del centro de Santiago. Su papá lo fue a buscar. El apenas tenía 8 años.

Los conflictos entre Juan y su familia

Él se levanta con ánimo para ir al SAPU. Es muy servicial y tiene muchísimas ganas de ayudar a los que se dirigen hacia allá. Los mismos médicos se preocupan de que tenga ropa, zapatos y alimentación, pero también han intentado infructuosamente que pueda tratarse. Para las fiestas patrias de este año, todo el consultorio realizó una colecta de dinero para ayudarlo a él y a su madre.
El temor más grande de Gabriela es que puede morir y no sabría cómo Juanito podría quedar. Él no tendría su pensión digna por su invalidez. Arancibia tiene miedo a que sus hermanos no se preocupen de la condición de él tras su fallecimiento. Además, al no manejarse muy bien con el dinero, teme que se puedan aprovechar de su ignorancia respecto a la plata de su pensión. Gabriela rememora que hay muchas veces en las que Juan no recuerda en que gasta su dinero. Llega sin ningún peso a la casa.
Gabriela indica que de no realizarse un electrocardiograma pronto, a la que se niega con fuerza Juan, su salud empeorará.

El resto de sus hermanos también le ha dicho que vaya al médico a realizarse todos los exámenes necesarios. Además, lo han ayudado económicamente a él y su madre, sin embargo, no pone de su parte.  Ha tenido fuertes discusiones con su madre por lo mismo. Afortunadamente, no ha llegado a la violencia física, solo verbal, pero Gabriela está muy preocupada de su estado. Los vecinos han hablado con Juan para que, dentro de lo que pueda, sea más considerado con ella. Si llegara a agredirla, sabe que sería internado.


Al intentar entrevistar a Juanito, cuya estatura es de 1,80 metros, con mucha barba y bigote en la cara, además de presentar dificultades para hablar, me señaló en 5 minutos, que estaba muy ocupado limpiando los vidrios de los autos como para dar una entrevista y que lo único que quiere es ayudar a la gente de su población y, sobre todo, a su madre, a quien quiere mucho. Él dijo para finalizar que se siente apenado por la preocupación de ella, pero que él no se internará de ninguna forma. 

De Paraíso Villa Grimaldi a Cuartel Terranova

Por Alexis Ramírez:
31 de agosto de 2017

Villa Grimaldi era un predio totalmente agrícola, de amplia extensión ubicado en la comuna de Peñalolén. Estaba alejado de la ciudad y fue usado principalmente para paseos y picnics. Había  de árboles, jardines, fuentes de agua y al que posteriormente se le construiría una piscina. Además, se realizó la construcción de un restaurante llamado “Paraíso Villa Grimaldi”. A este sitio asistían artistas, intelectuales, políticos y personas de las más altas esferas del país en aquel entonces. Todas estas actividades fueron ideadas por su dueño, Emilio Vassallo, quien adquirió este fundo en los años 60.

Nuestro país en aquella época era bastante diferente a lo que se aprecia el día de hoy. De todas las clases sociales participaban y se interesaban en política, desde las actividades del gobierno hasta unirse a juntas de vecinos. Todo estaba relacionado a la política. El contexto internacional nos trasladaba a pleno desarrollo de la Guerra Fría.

En el ámbito cultural, apareció una nueva camada de músicos cuyas letras iban en contraparte a la de los artistas de la nueva ola. Todos ellos, influenciados por  Violeta Parra, quedaron agrupados en el movimiento denominado “Canto Nuevo”. Destacaron Víctor Jara, Quilapayún, Inti Illimani, Patricio Manns, entre otros.

Llegaron los 70 y en Chile ocurriría un hecho de impacto mundial. La llegada al poder del primer mandatario socialista elegido de manera democrática, respetando la Constitución. El triunfo de Salvador Allende repercutió mucho más allá de nuestras fronteras. El gobierno de Estados Unidos estuvo absolutamente en contra de este proceso. La nacionalización del cobre y la entrega de medio litro de leche diario a cada niño y niña del país fueron medidas que serán por mucho tiempo recordadas.

Pero como era predecible, un grupo muy importante del país, apoyados de manera económica y política por Estados Unidos, en el que se encontraban políticos, empresarios y latifundistas principalmente, hizo de todo para frenar los avances del gobierno de la Unidad Popular. Intentaron desestabilizar al país y que este entrara en una crisis total.

Pasó el tiempo, entre medio de protestas, filas largas para comprar alimentos y cacerolazos en las calles. Hasta que el día 11 de septiembre de 1973, las Fuerzas Armadas y Carabineros encabezaron el derrocamiento del gobierno de Allende. El símbolo de esa negra jornada fue el bombardeo al Palacio de La Moneda.

Desde ese mismo día empezaron a realizarse detenciones masivas. Se creía que cualquier persona que estuviera en las calles, lo hacía para defender al gobierno recién derrocado. Estos arrestos se hacían en cualquier parte.

En esta primera etapa los detenidos eran llevados a lugares masivos, como el Estadio Nacional y el Estadio Chile (hoy Estadio Víctor Jara). Allí, cuando estaban cautivos, sus familiares podrían saber que probablemente estaban ahí retenidos.

Pero a fines de 1973, la estrategia cambió. Comenzó un proceso de detenciones secretas, en el que las fuerzas represivas buscaban lugares secretos para ejercer una represión secreta. Se crea la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA). Ahí, apareció por primera vez el Cuartel Terranova (Villa Grimaldi) como la principal opción para llevar a cabo dichas acciones.

Este era un sitio ideal porque estaba aislado de la ciudad. Cualquier cosa que ahí pasara, no lo vería ni sabría nadie. Además no tenía muchas construcciones. Este parque se convirtió en el principal centro de tortura para los secuestrados.

La DINA extorsionó al dueño Emilio Vassallo para obligarlo a vender Villa Grimaldi. Tuvo que hacerlo porque así protegía a su familia.

Para llevar a los detenidos al Cuartel Terranova, los secuestraban en cualquier lugar. No solo los militares participaban, sino que varios civiles. Los vendaban en los ojos y los subían a los autos, para llevarlos después al terreno en Peñalolén. Para que no supieran donde los llevaban exactamente, se daban varias vueltas alrededor. 

Cuando llegaban los detenidos, entraban al lugar y solo por una vez los llamaban por su nombre, ya que después se les asignaba un número, con el objetivo de que nadie supiera quien es quien.
Nadie en el lugar sabía por qué razón exacta estaban en Villa Grimaldi, mucho menos sus familiares. Entre 200 a 250 personas había aproximadamente en el Cuartel Terranova.

Luego eran conducidos a las celdas, de las que habían dos tipos: las celdas “Casas Chile” y Casas Corvi”, llamadas así por las viviendas sociales de la época. En esos pequeños espacios (de 2 por 1 metros cuadrados) metían de 4 a 5 personas, todos muy apretados y sin posibilidad de moverse. Solo había un orificio, para que los guardias vigilaran.

Los detenidos no se podían comunicar y mucho menos sacarse la venda. Había uno o dos turnos máximos para ir al baño, el cual estaba en condiciones insalubres. Llegaban incluso a pasar entre 2 a 3 meses pasaban sin utensilios de higiene. Les daban alimentos muy precarios, solo por la necesidad de que no se murieran.

Se efectuaron diversas formas de tortura. “La parrilla” era la más habitual, cuya metodología consistía en un catre de metal electrificado al que llevaban a los detenidos, desnudos y humedecidos, para aplicar corriente en sus partes más sensibles, principalmente labios y genitales.

A este método de tortura se sumaron los colgamientos, “el submarino húmedo” y golpes muy violentos en todas las partes del cuerpo. Estas sistemáticas violaciones a los derechos humanos se efectuaban para sacar toda la información de los detenidos y que estos decayeran de ánimo.  

Las mujeres fueron las más afectadas en este encierro. El rol de ellas en política era muy pequeño en comparación al de sus compañeros hombres, por el machismo predominante en la época, incluso en los partidos y movimientos de izquierda. Por lo tanto, eran menos  las encerradas. Esa misma razón hizo que los guardias se ensañaran bastante más con ellas.

Había una sola celda de mujeres en la que debían permanecer todas las detenidas. En esa celda, había una ventana por la que podían ver todo. Esta estaba al lado de la sala de torturas, por lo que también escuchaban todo lo que sucedía al lado. Durante su instancia, sufrieron violaciones y otras vejaciones sexuales, a veces frente a sus esposos y padres. Para ir al baño, esperaban ir todas juntas, con la intención de prevenir abusos sexuales de parte de los guardias. Todo fue más horrendo para la mujer militante que para el hombre militante.

En una conversación para Radio Cooperativa en enero del 2012, la ex militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), Nubia Becker, relató su experiencia como víctima de violaciones a los derechos humanos en Villa Grimaldi. “Ser mujer era más doloroso, porque nosotros ahí sufríamos de una manera exacerbada el machismo. El machismo con autoritarismo es la peor de las torturas que puede sufrir una mujer. Para ellos nosotros éramos prostitutas”, señaló.

El último paso para algunos de los secuestrados en el Cuartel Terranova era ser llevados a “La Torre”. En el último piso había un centinela que vigilaba todo, así que nadie se podía escapar de la torre. No había turnos para ir al baño o para comer. Los sobrevivientes contaban que si uno podía oler las rosas del lugar, era porque sería llevado a esa torre.  Esta fortificación tenía tres niveles.

En “La Torre” existían salas para efectuar interrogatorios bajo torturas. De hecho, había una “parrilla” doble. Varios de los que pasaron por esta edificación tuvieron como destino la desaparición, ya que hasta el día de hoy no se sabe ni conoce su paradero.

Los que sobrevivieron a su pasar por “La Torre” no eran liberados de inmediato, sino que debían ser trasladados a Tres Álamos y posteriormente a Cuatro Álamos, el cual servía como un lugar transitorio que reemplazaba al Estadio Chile.


A Villa Grimaldi habrían llegado alrededor de 4500 detenidos, de los cuales 236 permanecen todavía desaparecidos. Por todas las víctimas, se debe realizar un proceso de reparación y justicia, para que estas atrocidades no se vuelvan a cometer.